El modelo de agro-ruralidad sostenible propone una nueva
forma de habitar el campo, en la que la vivienda se convierte en el núcleo de
un sistema productivo, comunitario y ecológico a través de tres tipologías
—Agrovillas, Biofincas y Eco Hábitats— se plantea un diálogo respetuoso con la
ruralidad existente, incorporando al mismo tiempo las necesidades
contemporáneas de vivienda digna, autosuficiencia alimentaria, educación y
economía local de una manera integral creando infraestructuras productivas, escuelas
rurales, centros comerciales especializados y áreas de ecoturismo.
Cada tipo de urbanización se planifica respetando las áreas
de protección ambiental, incorporando zonas comunes, espacios ecoturísticos y
sistemas de movilidad rural que garanticen conectividad sin fragmentar el
paisaje. Este enfoque territorial permite una transición justa hacia una
ruralidad viva, productiva y comprometida con el futuro.